29 de junio, 2025
Clama a Dios, confiando en su inconmovible amor
Salmo 86
Introducción.-
Una de las cosas que más necesitamos cuando estamos enfrentando grandes problemas o peligros, o circunstancias muy adversas que están fuera de nuestro control, es saber que alguien mucho más poderoso que nosotros nos puede ayudar. Pero por lo general eso no es suficiente para darnos tranquilidad, y lo que en realidad necesitamos, lo que realmente trae esperanza y paz a nuestra atribulada alma, es no solo saber que hay ayuda disponible, sino tener la absoluta certeza de que cuando yo acuda a esa persona que tiene el poder para ayudarme, recibiré la ayuda que necesito.
En el salmo que nos ocupa hoy veremos que el Rey David, una vez más, se encontraba en una gran dificultad, enfrentando algo que él no podía resolver con sus propias fuerzas, y por lo tanto acude a la única persona que lo podía ayudar, a Dios mismo. Pero también veremos que lo hace con una firme confianza en que Dios no solo escuchará su clamor, sino que ciertamente le responderá y le brindará la ayuda necesaria, y David nos mostrará la razón fundamental por la que él puede orar a Dios con esa plena confianza de que recibirá Su ayuda.
El título de este mensaje es "Clama a Dios y exáltalo confiando en Su gran amor", y nuestro texto será el Salmo 86. Leer texto y orar.
Creo que la manera más sencilla de exponer este salmo es dividirlo en tres estrofas. La primera abarca los vv. 1 al 7; la segunda los vv. 8 al 13; y la tercera los vv. 14 al 17. Veamos la primera estrofa, en la que el salmista nos enseña que:
I. Clamemos a Dios en la aflicción confiando en que, por Su gran amor, Él nos ayudará (vv.1-7)
Este salmo es un lamento individual en el cual David expresa su angustia y la manera en la que supera esa angustia a través de la oración ferviente y la fe o confianza en Dios. El salmo empieza con David clamando a Dios con estas palabras en los vv. 1-4,
"Inclina, oh Señor, Tu oído y respóndeme, porque estoy afligido y necesitado. Guarda mi alma, pues soy piadoso; Tú eres mi Dios; salva a tu siervo que en Ti confía. Ten piedad de mí, oh Señor, porque a Ti clamo todo el día. Alegra el alma de Tu siervo, porque a Ti, oh Señor, levanto mi alma."
Aquí vemos que David está "afligido y necesitado", y que responde como todo verdadero creyente suele o debe responder al estar en aflicción o necesidad, o sea, clamando a Dios y suplicándole que lo escuche, que lo guarde, que lo salve y hasta que lo alegre. Su clamor en estos primeros versículos es más bien general y no específico, ya que David no especifica cuál es el problema o la aflicción o la angustia que está enfrentando.
Hacer esto es totalmente bíblico y necesario, pues Dios mismo nos manda hacerlo en muchos pasajes de la Escritura, como por ejemplo en el Salmo 50:15, donde nos dice:
"Invoca Mi nombre en el día de la angustia; Yo te libraré y tú me honrarás."
Pero es interesante notar que en estos primeros cuatro versículos, aunque David ora y le suplica a Dios de una manera muy ferviente, además de suplicarle, le da a Dios varias razones por las que él considera que Dios debería responderle y ayudarlo, y todas esas razones están basadas en lo que David es o ha hecho (méritos propios) o en su gran necesidad.
Lo primero que David le expresa al Señor en el v. 2 es que él es "piadoso", lo cual se refiere no a que sea moralmente perfecto, sino más bien fiel al pacto, dedicado a los propósitos de Dios; luego expresa que ha puesto su fe en Dios, pues le dice "Tú eres mi Dios; salva a Tu siervo que en Ti confía." En el v. 3 le pide a Dios que tenga piedad de él, apoyándose en lo mucho que ora, "Porque a Ti clamo todo el día." Y en el v. 4 agrega, "Porque a Ti, oh Señor, levanto mi alma." Si somos honestos, reconoceremos que muchas veces, nosotros también oramos de esa manera (dar ejemplos), lo cual no siempre está mal, pero no es la mejor o la más bíblica manera de orar.
Es hasta el v. 5 que David empieza a orar de la manera más bíblica, es decir, apelando no a lo que él es o ha hecho, sino al carácter, a la bondad, al gran amor de Dios, cuando exclama:
"Pues Tú, Señor, eres bueno y perdonador, abundante en misericordia (en amor inalterable) para con todos los que te invocan."
La NVI lo dice así: "Tú, Señor, eres bueno y perdonador; grande es Tu amor por todos los que te invocan." Ahora sí, David ora de manera consistente con lo que Dios nos llama a hacer en toda la Escritura, que es no apoyar nuestras oraciones y súplicas en nosotros mismos o en nuestros méritos, sino en el carácter de Dios, en lo que Él nos ha revelado acerca de Si mismo, de cómo es Él.
Ahora David está apoyando sus múltiples ruegos o súplicas en algo que Dios le había revelado a Su pueblo siglos atrás por medio de Moisés, lo cual leemos en Éxodo 34:6-7a
"El Señor, el Señor, Dios compasivo y clemente, lento para la ira y abundante en misericordia (amor inalterable) y verdad; que guarda misericordia a millares, el que perdona la iniquidad, la transgresión y el pecado, y que no tendrá por inocente al culpable."
Esto es lo que, en esencia, David está expresando en el v. 5, y noten que al final del versículo agrega que ese "abundante amor inalterable" no es solo para unos cuantos, sino "para con todos los que te invocan." Es importante aclarar esto porque debido a la tendencia natural que todos tenemos hacia el legalismo, a pensar que Dios nos ama en base a nuestro desempeño, podemos fácilmente caer en el error de no creer esta maravillosa verdad, el error de creer que el gran amor inalterable de Dios no es para nosotros, sino nada más para los más piadosos o que sí lo es pero solo cuando somos muy obedientes. Creámosle que Su inalterable amor es realmente abundante "... para con todos los que lo invocan."
Además, el hecho de que David declare que el Señor es "bueno y perdonador" implica que él reconoce que es pecador, y que sabe que antes de ser escuchado y ayudado por Dios necesita ser perdonado de su pecado. Pero también sabe que en Dios encuentra ese perdón, porque él cree lo que Dios le reveló a Moisés, lo cual David repite aquí, es decir, que por ser abundante en amor inalterable, Dios es "bueno y perdonador." Sabiendo y creyendo estas verdades acerca de su Dios (v. 2), en el v. 6 David vuelve a clamar al Señor que escuche su oración, y como no tiene la menor duda de que Dios lo hará, en el v. 7 declara enfáticamente
"En el día de la angustia te invocaré, porque Tú me responderás."
Vivir con esta certeza o plena confianza en que nuestro Padre Celestial siempre que clamemos a Él nos ayudará, es una bendición enorme. Por la gracia de Dios, mis hermanos de sangre y yo crecimos con esa certeza en el área de la salud. Durante nuestra infancia y adolescencia, nunca tuvimos un problema de salud o una necesidad médica que no fuera atendida de inmediato, y además con mucho amor, compasión y cuidado, pues teníamos un doctor a nuestra entera disposición y servicio todos los días, las 24 horas del día, por la sencilla razón de que ese doctor era nuestro padre. Siempre que nos pasaba algo (y vaya que nos pasaron cosas) o que nos enfermábamos de lo que fuera, lo único que teníamos que hacer era llamar a nuestro papá y pedirle que nos ayudara, y siempre lo hacíamos con la absoluta certeza y confianza de que respondería a nuestra petición porque su amor, su compasión y bondad para con nosotros eran muy grandes e inagotables.
¿A quién acudes tú en primer lugar cuando te encuentras en dificultades o en angustia? Aprendamos de David a acudir y clamar siempre en primer lugar a nuestro Padre eterno, y no imitemos el ejemplo del rey Asa en 2ª Crón 16:12, quien
"En el año 39 de su reinado, enfermó de los pies. Su enfermedad era grave, pero aun en su enfermedad no buscó al Señor, sino a los médicos."
Y cuando acudes al Señor tu Dios, ¿en que apoyas más tus oraciones, en ti y en tus méritos o en el carácter de Dios? Y cuando clamas a Dios en tu angustia, ¿con cuánta confianza le suplicas que te ayude? ¿Lo haces con la plena certeza de que Él te responderá? Que el Señor nos ayude a clamar confiando plenamente en que, por Su gran amor inalterable, Él siempre nos responderá. Cabe aclarar que esto no significa que nos responderá cuando y como nosotros queremos que responda, sino que lo hará en Su tiempo y a Su manera.
II. Glorifiquemos a Dios reconociendo Su grandeza y exaltándolo por Su gran amor (vv. 8-13).
David inicia esta segunda estrofa (que abarca de los vv. 8 al 13) con una excelsa declaración de la grandeza y singularidad de Dios en los vv. 8-10,
"No hay nadie como Tú entre los dioses, oh Señor, ni hay obras como las Tuyas. Todas las naciones que Tú has hecho vendrán y adorarán delante de Ti, Señor, y glorificarán Tu nombre. Porque Tú eres grande y haces maravillas; Solo Tú eres Dios."
Lo que David está resaltando aquí es que Su Dios a quien clama por ayuda en su angustia, es el único Dios verdadero, es incomparable, realiza obras grandiosas, todas las naciones reconocerán que Él es Señor y se inclinarán en adoración delante de Él, lo cual es un evento futuro que se cumplirá en la persona del Señor Jesucristo y que Pablo también anticipa en Filipenses 2:9-11,
"Por lo cual Dios también lo exaltó hasta lo sumo, y le confió el nombre que es sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre."
Tan maravillosas son estas obras del Señor mencionadas y anticipadas por David en este salmo, que en Apoc 15:3-4 se nos revela que también en el cielo se cantará de ellas, con un cántico que se conoce como el cántico de Moisés y del Cordero, en alusión al canto de Moisés en Éxodo 15, cuando el Señor triunfó sobre faraón y su ejército para liberar a Su pueblo de la esclavitud en Egipto. El cántico de Moisés y del Cordero en Apoc 15:3-4 también es un canto de victoria, pero de una victoria y liberación mucho más grandiosas, porque el Cordero ha triunfado sobre Satanás y sobre su bestia: lean conmigo Apoc 15 desde el v. 2 hasta el v. 4,
"Vi también como un mar de cristal, mezclado con fuego y los que habían salido victoriosos sobre la bestia, sobre su imagen y sobre el número de su nombre, en pie sobre el mar de cristal, con arpas de Dios. Y cantaban el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo:
"<¡Grandes y maravillosas son Tus obras, oh Señor Dios, Todopoderoso! ¡Justos y verdaderos son tus caminos, oh Rey de las naciones! ¡Oh Señor! ¿Quién no temerá y glorificará Tu nombre? Pues solo Tú eres santo; Porque TODAS LAS NACIONES VENDRÁN Y ADORARÁN EN TU PRESENCIA, Pues Tus justos juicios han sido revelados>"
Luego, muy probablemente impactado por las declaraciones que acaba de hacer en cuanto a lo incomparable y grandioso que es el Dios a quien le está clamando, su Dios, David ahora le hace otra súplica que no tiene nada que ver con la aflicción o angustia que estaba enfrentando, sino con él mismo:
"Enséñame, oh Señor, Tu camino; Andaré en Tu verdad; Unifica mi corazón para que tema Tu nombre."
David sabía, y nosotros también lo sabemos muy bien, que aunque amamos a Dios y Su amor por nosotros es grande y constante, nuestro corazón todavía tiende a desviarse de los caminos de Dios, o a distraerse o apartarse del camino de la verdad, y por eso le suplica a Dios que lo ayude no solamente a ser librado de sus problemas o angustias externas, sino también de su problema interno, el cual en muchas ocasiones es incluso más grave y urgente, y puede ser la causa de gran parte de nuestros problemas externos. Este problema interno, que al igual que David, nosotros también lo padecemos, es el problema de un corazón dividido. Un corazón que busca a Dios de manera inconsistente; que ama a Dios y lo que Dios ama de manera inconsistente; que aborrece lo que Dios aborrece de manera inconsistente; que vive y comparte el glorioso evangelio de manera inconsistente.
Hermanos, con tristeza les confieso que así es mi corazón, no todo el tiempo por la gracia de Dios, pero frecuentemente, y creo que no soy el único. Tener un corazón dividido es más grave de lo que pensamos porque estorbará todas nuestras peticiones a Dios y afectará todas las áreas de nuestra vida, como se nos advierte en Santiago 1:5-8,
"Y si a alguno de ustedes le falta sabiduría, que se la pida a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero que pida con fe, sin dudar. Porque el que duda es semejante a la ola del mar, impulsada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, ese hombre, que recibirá cosa alguna del Señor, siendo hombre de doble ánimo, inestable en todos sus caminos."
Por todo esto es que debemos imitar el ejemplo de David y orar a nuestro Padre Celestial no solo para que nos enseñe Su camino, sino para que unifique nuestro corazón a fin de andar en Sus caminos cada vez más consistentemente, viviendo más y más en el temor de Dios, de tal manera que nuestras vidas reflejen plenamente el cumplimiento de la promesa dada por Dios en Jeremías 32:38-39,
"Ellos serán Mi pueblo y Yo seré Su Dios; y les daré un solo corazón y un solo camino, para que me teman siempre, para bien de ellos y de sus hijos después de ellos."
¡Qué maravillosa promesa! Pidámosle al Señor que se cumpla cada día más cabalmente en nosotros; no nos conformemos con un cumplimiento parcial, con solo ser ahora parte de Su pueblo, sino anhelemos y oremos por un corazón unificado a fin de vivir en el temor de Dios siempre, para la gloria de Dios, en primer lugar, pero también ¡para bien nuestro y de nuestros hijos después de nosotros!
En el v. 12 vemos el propósito para el cual David le pide al Señor que le unifique el corazón,
"Te daré gracias, Señor mi Dios, con todo mi corazón, y glorificaré Tu nombre para siempre."
David quería exaltar a Dios con una gratitud o acción de gracias que fuera no solo sincera o genuina, sino que además brotara de un corazón no dividido, un corazón totalmente consagrado a Dios, porque así es como el Señor llama a Su pueblo a amarlo y a exaltarlo, y solo con esa entrega total de nuestro corazón le damos la gloria que solo Él merece.
Y en el v. 13 David nos revela la motivación de su corazón, la razón que lo impulsa a clamar a Dios por un corazón unificado y a darle gracias y glorificar Su nombre para siempre,
"Porque grande es Tu misericordia (amor inalterable) para conmigo, Y has librado mi alma de las profundidades del Seol."
Noten que lo que mueve a David a orar así, a agradecer a Dios con todo su corazón y a darle gloria por siempre, es exactamente lo mismo que lo llevó a clamar a Dios en su angustia con plena confianza o certeza de que Dios lo escucharía y lo ayudaría, el abundante o grande amor inalterable de Dios para con él, el cual Dios ya le había demostrado al haberlo librado de la muerte (de las profundidades del Seol) anteriormente y en múltiples ocasiones, considerando los peligros que enfrentó David antes de llegar a ser Rey.
Tan prominente es el gran amor inalterable de Dios (traducido como misericordia en la NBLA) en este salmo, que si este salmo fuera un tapiz, ese gran amor de Dios sería el hilo que conectaría todas las partes; o si este salmo fuera una pieza musical, el gran amor de Dios sería la nota sobresaliente que se escucharía a lo largo de toda la melodía, pues como veremos en unos minutos, David lo vuelve a mencionar en la 3ª y última estrofa del salmo.
Antes de pasar a la tercera estrofa, permítanme resaltar algo muy importante que el ejemplo de David nos enseña en esta segunda estrofa, lo cual fácilmente podemos pasar por alto porque el texto no lo expresa de manera explícita. Lo que aquí aprendemos de David, es que al encontrarse en angustia o aflicción clamó a Dios suplicando Su ayuda y confiando plenamente que Dios le respondería por ser un Dios bueno y perdonador y abundante en amor inalterable, lo cual ya vimos en la 1ª estrofa, pero también aprendemos que David tenía muy presente quién era el Dios al cual clamaba; y al proclamar la grandeza y los atributos de Dios que expresa en los vv. 8 al 10, no pudo evitar que de su corazón y de sus labios brotara gratitud y exaltación a Dios por el gran amor inalterable que Dios tiene para con todos los que le invocan en general, y que ya le había demostrado a él en particular.
En otras palabras, este pasaje nos enseña que nuestras oraciones y súplicas a Dios al estar en angustia, las debemos expresar estando plenamente conscientes de quién es y cómo es el Dios a quien le estamos clamando, y por lo tanto, siempre deben incluir acción de gracias y exaltación o alabanza a Dios por lo que Él es y por Su gran amor para con nosotros, y no solamente peticiones para que nos saque de nuestros apuros. (Por lo general somos muy buenos para hacer nuestras peticiones a Dios, pero no tan buenos para estar conscientes de quién es Él y para exaltarlo por lo que Él es...). Por eso es que el modelo o ejemplo de oración que el mismo Señor Jesucristo nos dejó, el "Padre Nuestro", no consiste solamente de peticiones de ayuda personales, sino que de hecho empieza con expresiones de exaltación a nuestro Dios y Padre Celestial y de sumisión a Su reinado en nuestras vidas. David estaba en serios apuros y por eso acudió a Dios con urgencia y le suplicó Su ayuda con vehemencia, pero es obvio que también estaba plenamente consciente, maravillado y agradecido por la grandeza de Dios, y en especial por la grandeza de Su abundante e inalterable amor para con él.
¿De qué estás más consciente tú cuando estás en angustia y clamas a Dios suplicándole que te ayude, de tu aflicción y problemas o de la grandeza del Dios a quien le estás orando? Creo que otra manera de preguntar esto mismo sería esta: ¿Qué abunda más en tus oraciones a Dios, peticiones y súplicas para que te libre de tus angustias cuanto antes, o expresiones de gratitud y exaltación por el grande e inalterable amor que ya te ha demostrado al haberte librado de la muerte eterna por la fe en la obra de Cristo?
III. Expresemos al Señor cuál es nuestra angustia y, apelando a Su gran amor, pidámosle que nos libre de ella (vv. 14-17).
En esta última estrofa, David vuelve a clamar a Dios por ayuda, pero ahora su clamor es diferente en al menos dos aspectos. En primer lugar, ya no es un clamor general para que Dios lo escuche y lo salve, sino que ahora es una súplica específica, pues lo primero que hace es expresar en el v. 14 el peligro o la angustia específica que está enfrentando:
"Oh Dios, los arrogantes se han levantado contra mí, Y una banda de violentos ha buscado mi vida, Y no te han tenido en cuenta."
David está siendo perseguido por hombres soberbios y violentos que no tienen ninguna consideración o temor de Dios, y su vida realmente está en peligro. Pero en lugar de caer en ansiedad o desesperación, o ceder a la auto lástima (como nosotros caemos o cedemos con frecuencia), David sabe y confía que Dios no lo abandonará ni lo entregará a sus enemigos, porque también sabe cómo es su Dios, y en lugar de clamar como lo había hecho en la 1ª estrofa, ahora primero declara su confianza en Dios citando otros atributos de Su carácter que ya le había revelado a Moisés en Éxodo 34, pero que David no había mencionado en las primeras dos estrofas. Vean lo que expresa en los vv. 15-16,
"Pero Tú, Señor, eres un Dios compasivo y lleno de piedad, Lento para la ira y abundante en misericordia (amor inalterable) y fidelidad. Vuélvete hacia mí, y tenme piedad; Da tu poder a Tu siervo, y salva al hijo de Tu sierva."
Noten como David ya ni siquiera menciona ninguna razón o mérito personal por el que Dios debiera ayudarlo, sino que apoya su clamor y su súplica única y totalmente en el carácter y los atributos de Dios, y ahora apela a la compasión, a la gracia, pues "lleno de piedad" significa y también se traduce como "lleno de gracia", y a la paciencia de Dios. Y al igual que en las estrofas anteriores, una vez más vuelve a apelar al abundante amor inalterable de Dios, que es la fuente de la cual fluyen Sus demás atributos, y ahora también apela a Su fidelidad.
Aquí David sigue instruyéndonos en cuanto a cómo orar y clamar a Dios bíblicamente al enfrentar angustia. Observen que en el v.14 le expone a Dios su angustia específica, pero inmediatamente después de esto, no hace lo que todos esperaríamos, que es pedirle a Dios con fervor y urgencia que lo salve. No, eso lo hace hasta el v. 16, pero antes de expresar su súplica, apela de nuevo y ahora, como acabamos de ver, de manera más amplia al carácter de Dios, y apoyado en ese carácter, en que Dios es compasivo, lleno de gracia, lento para la ira y fiel porque lo ama con abundante e inalterable amor, le ruega a Dios que lo salve de sus enemigos. ¿Cómo oras tú normalmente cuando estás en angustia? ¿Qué es lo primero que le dices a Dios después de expresarle tu angustia específica? Aprendamos de David a apelar a la compasión, la gracia y el gran amor inalterable de Dios antes de rogarle que nos libre de la angustia.
En el último versículo de este salmo (v. 17), David se atreve a pedirle a Dios una evidencia visible de la bondad o ayuda de Dios, pero no porque dude que Dios lo ayudará, sino para que la vean sus enemigos y sean avergonzados al ver que el único Dios verdadero, a quien David sirve y adora, y cuya grandeza y atributos ya proclamó, lo libra de ellos:
"Muéstrame una señal de bondad, para que la vean los que me aborrecen y se avergüencen, Porque Tú, oh Señor, me has ayudado y consolado."
Hermanos(as), lo que David le pide aquí a Dios, a nosotros ya nos lo concedió de una manera infinitamente superior, pues la señal más grandiosa de Su bondad es haber enviado a Su único Hijo a esta tierra a vivir por nosotros la vida perfecta que nosotros no podíamos vivir, al morir en la cruz en nuestro lugar recibiendo el castigo por nuestros pecados y al resucitar al tercer día para librarnos de nuestros peores enemigos, del pecado, la muerte y el Diablo; y lo hizo a plena vista de ellos y al hacerlo los avergonzó cumpliéndose así la petición de David, lo cual Pablo nos dice en Col 2:13-15,
"Y cuando ustedes estaban muertos en sus delitos y en la incircuncisión de su carne, Dios les dio vida juntamente con Cristo, habiéndonos perdonado todos los delitos, habiendo cancelado el documento de deuda que consistía en decretos contra nosotros y que nos era adverso, y lo ha quitado de en medio, clavándolo en la cruz. Y habiendo despojado a los poderes y autoridades, hizo de ellos un espectáculo público, triunfando sobre ellos por medio de él."
Y lo más grandioso es que lo hizo por ese abundante amor inalterable que David resalta a lo largo de todo este salmo, mostrándonos así la más grandiosa señal de bondad que un ser humano pueda recibir en esta vida o en la eternidad. Pablo también menciona ese amor en Efe 2:4-5,
"Pero Dios que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, aún cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia ustedes han sido salvados)."
Y es probable que algunos de ustedes estén enfrentando angustia o aflicción en alguna área de sus vidas. Pudiera ser en sus finanzas o necesidades materiales; o quizá padezcan dolor o aflicción física causada por enfermedad o debilidad en su cuerpo; o tal vez su angustia proviene de la condición espiritual de algún ser querido o de problemas en sus relaciones personales.
Sea cual sea la aflicción o angustia que enfrentas, si tú ya eres de Cristo, recuerda que por la inconcebible e incomparable señal de Su gran amor y bondad que Dios ya nos concedió en la persona y obra de Su Hijo Jesucristo, tú puedes clamar a Él, y te animo a que lo hagas, a que clames a Dios en tu angustia como David, con la plena confianza y absoluta certeza de que Él te escuchará, te ayudará y te consolará, porque Él es compasivo, lleno de gracia y Su amor por ti es abundante y eterno.
Referencias Bíblicas
- Salmo 86
- Salmo 50:15
- Éxodo 34:6-7a
- Filip 2:9-11
- Apoc 15:3-4
- Stgo 1:5-8
- Jeremías 32:38-39
- Col 2:13-15
- Efe 2:4-5