26 de julio, 2025
Retiro de mujeres
Salmos 13
¿Hasta cuándo, oh Señor?
Entonces, permítanme, hermanas. Vamos a tomar justamente las palabras del salmista, empezando este salmo con esta frase. Esta frase impacta, no es ligera, no es superficial. El salmista dice, "¿Hasta cuándo, oh Señor?" Fíjense, está hablando de un cuándo, ¿no es cierto? está hablando de un tiempo. Sin duda, esto marca en el salmista no un dolor ligero. No es un hasta cuando las filas de la gasolina, no es un hasta cuando, pucha, hay poco arroz. Ese es un hasta cuando chiquito. Este, ¿hasta cuándo es profundo? ¿Hasta cuándo, Señor? ¿Hasta cuándo? Y ciertamente el salmo nos va a ir desplegando poco a poco, línea a línea el corazón del salmista, pero también nos va a trazar una ruta. ¿Cómo nosotras podemos lidiar con ese hasta cuándo? Cada vez que la palabra toma, repite, enfatiza algo, es porque es importante. Y este salmo en sus dos primeros versículos repite cuatro veces. ¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo? ¿Hasta cuándo? Y es porque es algo relevante, porque es algo profundo. De repente David tuvo esta oración más de un momento. Probablemente David oró al Señor pidiéndole algo más de una vez y este era una oración más que decía, "¿Hasta cuándo?"
Y sí, vamos a tomar eh Salmo 13 y vamos a ponerlo en su contexto, ¿no es cierto? Nosotros lo decimos cada domingo, que la única autoridad para nuestras vidas es la palabra de Dios. Y dentro de esa palabra está el salmo 13. El libro de los Salmos es un libro de poesía. Es un libro de poesía en el cual se despliega de una manera hermosa, no solamente como himnos. Acá hay cánticos de victoria, acá hay cánticos de lamento individual o lamento corporativo también en comunión, digamos. Y el tema central acá es cómo mi alma puede hablarle al Señor. ¿Okay? Entonces, dentro de todos los libros, de los 66 libros de la Biblia, Salmos es un libro precioso. Cuando tú no tienes palabras para orar al Señor, andá los salmos. Salmos en su contexto. Entonces, son si es una colección de 150 poemas, varios autores. Okay. ¿Quién será el principal autor de los salmos? Sí, a él se le da la autoría de al menos 73 salmos. Pero no solamente David escribió, también escribió Asaf, Aarón, Salomón. E incluso hay salmos que son anónimos. No sabemos ser con certeza, pero el tema central es la adoración al Señor. Y en ese mar hermoso del de los salmos está este salmo 13. Y le vamos a poner su contexto también al salmo 13, perdón, algo lindo que decía Juan Calvino. Eh, él decía que los salmos son como una anatomía de las partes del alma. Tú al irte al salmo 23, al irte al salmo 2, al salmo 1, al salmo 100, no, a todos los salmos es como una parte, es una parte descriptiva del corazón hacia el Señor. Okay. Es un libro maravilloso. Okay. Entonces, en ese contexto, el salmo 13, sí, es un salmo de David, ahí empieza, ¿no? Un salmo de David. Así empieza a desplegarse este este esta porción. Y si corresponde a qué categoría de salmo un salmo de lamento. Sí, evidentemente el salmista está mostrando su corazón, está abriendo su corazón y sí refleja no solamente el corazón de David. El Señor en su soberanía ha permitido que esta palabra que es autoridad plena esté registrado aún lamentos como este. ¿Okay?
Entonces, ciertamente no se los historiadores no ubican exactamente qué le estaba pasando a David. Probablemente era el tiempo en el cual el rey Saúl lo estaba persiguiendo y David estaba afligido realmente. Probablemente fue después cuando inclusive su reino iba a ser dividido. No sabemos exactamente, pero lo evidente es que refleja un pesar profundo. David estaba desesperado. David estaba absolutamente desesperado pensando cómo eso iba a suceder. Y esta voz de los salmos eh nos anima y es una de las cosas que queremos hoy día que honestamente delante del Señor, así como David, podamos nosotros ir donde el Señor y decir, "Señor, no puedo más, Señor, estoy así." Okay. Entonces, los salmos, el salmo 13 y otros salmos están lleno de invitaciones. Yo no sé si les ha pasado, tal vez nos pasa a las cristianas reformadas, ¿no ve? Hemos abrazado las doctrinas de la gracia y algo mental pasa en nosotras pensando que no nos es permitido sufrir delante del Señor. No, no, hermanita. A ver, yo me acuerdo una vez, tengo una escena hace muchos años cuando una mujer genuinamente estaba dolida, quebrada porque estaba acompañando el féretro de su esposo. Y yo me acuerdo, me impactó, obviamente nos impactaba el dolor y llorábamos con ella, pero alguien vino y le dijo, "No, así no llores. Él está con el Señor." Es verdad, pero hay dolor. Es verdad, es verdad. No lo Es más, le digo, no lo arruines. Todo lo que hemos creído estos años lo estás echando a perder porque estás llorando, le dijo. No, hermana, podemos ir genuinamente donde el Señor dice, "Estoy hecho a bolsa, estoy mal." El tener una mente informada, el tener la gracia de su palabra, el ser por la gracia del Señor alimentadas. sanamente cada domingo no exime nuestro dolor, no exime. Así que esta es una invitación como muchos salmos...
Una Oración Sincera, Sabia y Segura
Salmo 13 (completo): ¿Hasta cuándo, oh Señor, me olvidarás para siempre? ¿Hasta cuándo esconderás de mí tu rostro? ¿Hasta cuándo he de tomar consejo en mi alma, teniendo pesar en mi corazón todo el día? ¿Hasta cuándo mi enemigo se enaltecerá sobre mí? Considera y respóndeme, oh Señor, Dios mío; ilumina mis ojos, no sea que duerma el sueño de la muerte; no sea que mi enemigo diga: "Lo he vencido", y mis adversarios se regocijen cuando yo sea sacudido. Pero yo en tu misericordia he confiado; mi corazón se regocijará en tu salvación. Cantaré al Señor, porque me ha llenado de bienes.
Fíjense lo nublado del dolor. Este dolor profundo realmente hacía que David sienta que el Señor se ha olvidado de él. No me responde. Estoy orando por esto, estoy anhelando esto, estoy esperando y el Señor no me responde. Es más, Señor, parece que te has escondido tu rostro de mí. Y este es un lugar en el cual nosotras también podemos estar, hermanas. realmente y y yo sé que tienes en tu mente y corazón esos momentos en los cuales es tanto el dolor que hasta te duele físicamente el corazón, físicamente lo sientes quebrado y no puedes mirar que el Señor te está escuchando. Esto es honesto delante del Señor. El salmista está dirigiéndose al Dios todopoderoso, pero de una manera sincera. Sí, está presentando su queja, pero no una queja del Señor, sino está presentando su queja al Señor. Esa es la diferencia. Esta oración sincera está presentando el corazón del salmista honestamente, sinceramente. Y la palabra nos invita una y otra vez a acercarnos hacia el Señor.
Acerquémonos, pues, con confianza al trono de la gracia, para que alcancemos misericordia y hallemos gracia para el oportuno socorro.
El Señor nos invita, esta porción es fabulosa, nos invita a acercarnos con confianza al trono de la gracia, así como estás. Así como estás, así con ese hasta cuándo, así con esa visión nublada, así con ese corazón dolido, podemos correr hacia él.
El salmista está siendo honesto. Francamente te puedes sentir así igual nosotras. Francamente puedes sentir que Dios no te está escuchando, pero sabemos a la luz de la palabra que esto es una imposibilidad. Dios no nos olvida. ¿Por qué no nos olvida, Celia? Porque Dios no puede olvidar. Porque él es omnisciente. Porque él es nuestro padre. El Señor es, su conocimiento es perfecto y completo y absoluto. Y él es nuestro padre y no se olvida de nosotros.
Isaías 49:15-16: ¿Puede una mujer olvidar a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas? Aunque ella lo haga, yo no te olvidaré. En las palmas de mis manos te he grabado; tus muros están constantemente delante de mí.
Nuestra mente necesita en medio del dolor recordar quién es Dios y él no nos va a olvidar. El Señor nos tiene esculpidas en las palmas de nuestras manos y a veces con medio del dolor nos olvidamos esto y necesitamos ser recordadas. Nosotras mismas necesitamos a nuestra mente predicarle la verdad y nosotros necesitamos a la hermana recordarle esta verdad y pensando en que el Señor esconde su rostro, no al contrario. Fíjense aquí en Números es la bendición sacerdotal, ¿no es cierto? Fíjense que dice acá. El Señor haga resplandecer su rostro sobre ti. Sí, hermana, por la gracia del Señor, por ser hijas, su rostro resplandece sobre nosotros. Entonces, ¿cuál es acá el problema? Es que yo no lo puedo sentir. Y pon doble raya esto. Yo no lo siento, pero no se trata de lo sientas o no. El Señor es fiel porque él es fiel, porque él es Dios.
La Transición a la Confianza
Pero yo en tu misericordia he confiado. Hay una transición ahí, hay un tema y la palabra nos lleva una y otra vez a recordar esto. En medio de eso es como despertar, decir, pero yo en medio de esto decido confiar en ti, pero yo en tu misericordia he confiado. Y porque yo en tu misericordia he confiado, ahora me puedo regocijar en tu salvación. Puedo mirar ahora mi prueba en la perspectiva correcta, en la dimensión correcta. Al principio el salmista estaba viendo solo su aflicción, estaba mirando, estaba realmente sumergido en su dolor, no podía ver más que su dolor. Y eso nos pasa a nosotras, ¿no es cierto? No podemos ver más aquello que lo que nuestros sentimientos nos permiten. Estamos sofocadas, pero tenemos que mirar hacia los cielos y poder ahora mirar al Señor y aún cantar de él, porque él nos llena de bienes. Entonces, justamente este es el punto de ese lamento ahora se convierte en una alabanza. De ese dolor ahora hay un gozo por una convicción segura.
Esto es posible porque nuestra mente, queridas hermanas, se informa de su palabra. Esto solo es posible cuando estas verdades de quién es el Señor están en nuestra mente. Son el mecanismo de transformación de nuestra mente y de nuestro corazón. Entonces, yo puedo ahí sí en medio de la aflicción cantar las alabanzas del Señor. Yo sé dónde he depositado mi confianza, hermana. Confiar. Nosotros hemos visto horizontalmente que como que, ay, es que no siento confianza, hemos vinculado la palabra confianza a un sentimiento. Es que no se me hace, ¿no ve? Como que no siento, no. La confianza no es un sentimiento. La confianza es una decisión. Yo decido racionalmente colocar mi confianza en aquel que es digno de mi confianza.
Salmo 119:92: Si tu ley no hubiera sido mi deleite, entonces habría perecido en mi aflicción.
Hermana, si su ley no es tu deleite, puedes perecer en medio de la aflicción. Puedes aún responder mal al dolor, puedes responder con pecado, puedes responder con mayor, no sé, con mayor hacer más hondo el problema. puedes responder en tu orgullo. Pero aquí la palabra dice que su palabra, porque su palabra sin mi deleite, yo puedo entonces haber salido de ahí con gozo y con alegría, con alabanza al Señor. Si tu palabra no era mi deleite, hubiera perecido. Sí. La palabra del Señor debe transformar nuestra mente.
El pastor José Mendoza en alusión a esto decía más destructivo que un huracán es tener un corazón vacío de convicciones para poder enfrentar el sufrimiento.
A pesar de que nuestras preguntas sean elevadas ante nuestras nuestro clamor es elevado delante del Señor, puedo tener preguntas y no entender como cantábamos. No puedo yo no entender finalmente por qué está haciendo el Señor esto o aquello. Dios siempre está haciendo algo. Está desplegando siempre su perfecta voluntad. Y yo no voy a comprender esa perfecta voluntad porque yo no soy Dios. Dios es el único, sabio, poderoso, omnisciente, soberano y él está desplegando sus propósitos. Puede ser que yo no comprenda, pero yo tengo la convicción que yo sé en quién he confiado, quién es el Dios de las Escrituras.
Conclusión: Sufrir para Su Gloria
La palabra nos conduce en medio de la tribulación, nos ha conducido a través de estos versículos. En medio de la espera, en medio del dolor, uno anda al lugar correcto, busca al Señor porque él es, él quiere ser hallado. El Señor está ahí para nosotras, el Señor está en su trono. No es un Dios distante, es un Dios cercano. Apoyemos ahora nuestro sufrimiento porque hemos puesto nuestra confianza en el Señor. Ese sufrimiento ahora se vuelve cántico, no porque por el dolor en sí mismo, sino por lo que él está haciendo. Ahora mi dolor, puedo yo decir, "Señor, gracias." y empezar a mirar ya con los ojos despejados, puedo empezar a mirar esas bondades. Señor, gracias porque en medio del dolor me has cuidado, porque yo no te hubiera conocido así como te conozco ahora si tú no me hubieras trabajado en medio de la prueba.
Este salmo, querida hermana, nos ha llevado este día, todo el día, a poder presentar al Señor nuestro dolor y poder sufrir, caminar, pero dándole la gloria a él. Pero recuerda esto, todas estas promesas son para quienes son hijas del Señor. Si aquí hay alguien que no conoce al Señor, ¿qué significa no conocer al Señor? que yo no he reconocido que él es el único salvador, que yo no he visto mi condición pecaminosa y no he hecho de él mi Señor y Salvador. Si yo no estoy en esa condición, pues mi aflicción va a ser terrible. Mi aflicción no tiene esperanza. Pero en cambio, si yo llego al Señor en arrepentimiento y fe, entendiendo la obra de la cruz, yo puedo hacer de este salmo y de toda la palabra mi oración y llegar confiadamente al Señor y sufrir bien y sufrir para su gloria.